Los mejores festivales alrededor del mundo

Una de las mejores formas de adentrarse en diferentes culturas consiste en bucear en sus celebraciones. Y los mejores festivales del mundo prometen desde cielos salpicados de miles de farolillos, hasta batallas de colores en la India. Aunque ahora mismo quizá no puedas visitarlos, en un futuro puede que sí, así que… ¡no está de más conocerlos!

Sannō Matsuri (Japón)

El conocido como Festival de la Primavera de Takayama se celebra en esta ciudad de la prefectura de Gifu todos los años pares (generalmente, en el mes de junio). En honor a las deidades sintoístas. Durante los días de celebración, las cabalgatas de mikoshis (o templos portátiles) se despliegan por las calles de la ciudad, salpicadas de locales disfrazadas de tengu, una criatura mitológica de color rojizo. Como complemento, la ciudad acoge numerosas actividades que van desde rituales del té hasta ofrendas florales, pasando por la presencia de un gran anillo que, al atravesarlo, supone invitar a la purificación por los malos actos cometidos.

Festival de Timkat (Etiopía)

El folclore de los diferentes países africanos aún supone un diamante en bruto para el viajero. Tan desconocidos como fascinantes, los colores y bailes milenarios eclosionan a lo largo y ancho del continente cada año, siendo Etiopía uno de los mejores embajadores gracias a su famoso Festival de Timkat. De carácter católico, ya que se celebra durante la Epifanía, en el mes de enero, este, uno de los festivales más grandes del mundo, hace honor al bautizo de Jesucristo en el río Jordán, motivo por el que los locales asisten a las riberas de los ríos para simular la misma costumbre, especialmente en las zonas de Lalibela y Gondar. Vestidos de blanco, o bien con un velo llamado vetela, los creyentes inician varias peregrinaciones hacia los ríos donde lucen las réplicas de los Diez Mandamientos contenidas en el Arca de la Alianza (según la leyenda aún escondida en la ciudad etíope de Axum).

Perahera (Sri Lanka)

Elefantes envueltos en luces, tambores en las calles y un preciado elemento en torno al cual giran todas las plegarias de la isla ceilandesa. El conocido como Esala Perahera es un festival que se celebra, generalmente, en los meses de julio o agosto en Kandy, la considerada como ciudad sagrada de Sri Lanka, dada la presencia de uno de los cuatro dientes caninos de Buda repartidos a los reinos creyentes tras su muerte. Durante el festival, el supuesto diente es mecido a lomos de un elefante por las calles de esta ciudad a través de una procesión para los sentidos que, por un día, exalta la realidad bajo el más exótico misticismo.

Burning Man (Estados Unidos)

En 1986, una fiesta de carácter hippie llamada Burning Man nació en San Francisco. Su finalidad era celebrar el solsticio de verano quemando la estatua de un hombre de 2 metros. Sin embargo, su éxito fue tal que, a principios de los 90, la misma sería trasladada al desierto de Nevada, concretamente a la ciudad efímera de Black Rock City, que se construye cada año solo para acoger esta celebración.

Aunque la versión actual de este, uno de los festivales más famosos del mundo, dista de la original (como el Mardi Gras), sigue prevaleciendo la ausencia de marcas y tecnología (apenas hay cobertura en esta zona) en pos de honrar al mundo, dar rienda suelta a la creatividad y quemar una estatua de madera que ahora llega a medir hasta 12 metros.

Songkran (Tailandia)

Tailandia engloba diferentes festivales a lo largo del año, pero pocos pueden compararse al potencial de Songkran, también conocido como Festival del Agua. Durante tres días, los tailandeses dan la bienvenida al Nuevo Año (cada 13 de abril) a través de visitas a templos típicos donde se reparten ofrendas, comidas familiares. Pero, especialmente, diversos rituales en torno al agua: desde las jóvenes generaciones que vierten agua en las manos de sus ancianos hasta los fieles que mojan las estatuas budistas del país o las batallas de agua que toman las ciudades, Songkran encuentra en la fuerza de esta energía el mejor aliado para transformar la existencia y abrir los ojos a nuevas oportunidades.

Día de los Muertos (México)

Aunque Halloween es el mayor festival del mundo que se nos viene a la mente cuando se acerca el 31 de octubre, los mexicanos conciben la víspera del Día de Todos los Santos de una forma tan diferente como colorida. También conocido como Día de Muertos, el 1 de noviembre las calaveritas de azúcar lucen en todas las tiendas. Las flores amarillas cempasúchil tan típicas de esta temporada se cuelan por las casas y en los cementerios se bebe tequila para honrar a unos muertos para los que se elevan altos altares. Una sinfonía de tradiciones cuyo objetivo esencial consiste en potenciar la definición más “alegre” de la muerte.

Carnaval (Río de Janeiro)

De origen pagano, el carnaval se celebra unos pocos días antes del inicio de la Cuaresma. Como una última oportunidad de experimentar los placeres más terrenales y extravagantes. A pesar de la adaptación de esta fiesta centenaria por cada país (la elegancia de Venecia o el carácter paródico de la colombiana Barranquilla, por ejemplo), la mejor embajadora sigue siendo Río de Janeiro.

La ciudad brasileña acoge cada año hasta 2 millones de visitantes (una marca ya registrada en el Libro Guinness de los Récords). Dispuestos ellos a dejarse hipnotizar por los números de samba, las plumas de los blocos (o conjuntos de danza) y la locura de los sambódromos que estremecen el gigante carioca.

Festival de San Patricio (Irlanda)

Comenzó siendo una fiesta generalmente católica en honor a San Patricio. Pero, en 1903, el gobierno irlanda decidió extender el horario de las tabernas cada 17 de marzo como muestra de la exaltación nacional. Con el paso del tiempo, la celebración de los gorros imposibles, las cervezas gigantes y el trébol que todo lo inunda pasaría a la liga de los grandes festivales de música más famosos del mundo.

Pistoletazo de salida a una primavera que aquí resulta más verde que en cualquier otro país europeo. La fiesta de San Patricio supone un sinfín de cabalgatas, juegos y actividades que toman las diferentes ciudades de Irlanda, siendo Dublín el epicentro de todas las miradas.

Carnaval de Oruro (Bolivia)

Más allá de Venecia o Río de Janeiro, existen versiones del Carnaval más desconocidas pero no por ello menos fascinantes. Y uno de los mejores ejemplos cabe encontrarlo en el país boliviano. Designado como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, el Carnaval de Oruro reúne a casi 50 grupos folclóricos. Representan diferentes tipos de danza ataviados con exuberantes trajes. El perfecto envoltorio a una peregrinación hasta el Santuario del Socavón, en la ciudad de Oruro. Donde una leyenda cuenta que el sábado de Carnaval de 1789, un joven fue asistido por la Virgen de la Candelaria antes de morir a causa de una pelea callejera.

Festival de Música del Desierto de Erg Chebbi (Marruecos)

La primera semana de abril, la zona de Merzouga, en el marroquí desierto de Erg Chebbi, acoge un intercambio de culturas único entre sus dunas. Camino de su décima edición, este es uno de los festivales más importantes del mundo. Y funde los bailes del mundo con diferentes actividades y conciertos de artistas locales. Además, por supuesto, de la mejor excusa para dejarse caer por esta porción del Marruecos que soñamos. Desde rutas por las famosas kasbahs hasta excursiones por un desierto estremecido por los ecos de los tambores nómadas.

Holi (India)

La imagen de cientos de hindúes envueltos en colores ya forma parte de la sucesión de experiencias que ofrece la India. Conocido como Holi, el festival indio se celebra la primera noche de luna del mes número 11 del calendario hindú (marzo, generalmente). Es alimentado por diferentes leyendas cuya moraleja supone el triunfo del bien sobre el mal. Dos días de júbilo, hogueras aisladas y, especialmente, batallas con pigmentos de colores, que estremecen todo el país de norte a sur, de este a oeste; de la vida a un paralelo mundo de magia.

Y tú, ¿has estado en alguno de los mejores festivales del mundo?

Escrito por Alberto Piernas Medina.