Bienvenidos a la Calle Mayor de América, La Carretera Madre, la Will Rogers, una de las rutas con más personalidad del mundo: la ruta 66. Una cicatriz que atraviesa los Estados Unidos de Chicago a Los Ángeles. Un viaje por espacios abiertos entre cientos de referencias de la literatura, la música y el cine y que, como no puede ser de otra forma, tiene que hacerse en coche.
La historia de la ruta 66 tiene tres grandes momentos. Desde su inauguración en 1927 hasta los años cincuenta forjó su leyenda como ruta hacia el Oeste. En 1956 comenzó su modificación y sustitución en el marco de la creación de una red interestatal de autopistas, que culmina en 1984 con su desaparición oficial de los mapas. Es entonces cuando comienza su segunda época dorada como ruta turística, que llega hasta hoy.
Lo que más me gusta de los viajes en coche es que no se alejan demasiado del suelo y sientes cada kilómetro. En el caso de la ruta 66, además, no tendréis que preocuparos demasiado por cuestiones logísticas como dónde comer o dormir, ya que son cosas fáciles de encontrar. Es más importante distribuir bien sus casi 4000 kilómetros en función del tiempo disponible.
De dos a tres semanas es el tiempo recomendado para recorrerla
Es casi imposible describir todos los atractivos de la ruta, incluso detenerse en todos ellos, así que deberéis elegir cuántos kilómetros recorrer cada día en función de vuestros gustos. Uno de los principales son los tramos de la ruta histórica, un puñado de los cuales superan los 200 kilómetros, esparcidos por los ocho estados que atraviesa. Los salvajes paisajes y la iconografía pop son los otros grandes encantos.
En sus primeros kilómetros la ruta atraviesa las interminables llanuras agrícolas de Illinois, Missouri y Kansas. Oklahoma y su cielo infinito, verdadero corazón de la ruta, supone una transición hacia las tierras áridas y escarpadas del oeste: los desiertos de Texas y Nuevo México, las Black Mountains de Arizona y las Rocosas de California, antes de llegar, por fin, al Pacífico.
Atención a la música que lleves, puede resultar fundamental…
Las largas horas de conducción se salpican de aislados moteles, gasolineras para los nostálgicos de los años cincuenta, memoriales de la propia carretera, drive-through pioneros, anuncios humanoides históricos, monumentos estrafalarios típicos de los americanos y ciudades y pueblos de esos que conocemos de pe a pa sin haberlas visitado: St. Louis, Tulsa, Oklahoma City, Amarillo, Flagstaff, San Bernardino…
Un par de consejillos: estamos dando por supuesto el alquiler de un coche para hacer el viaje. En función del número de vijeros, no desestiméis la posibilidad de alquilar un motorhome; el camino estará plagado de campgrounds. En cualquier caso, lo mejor es devolver el vehículo en el lugar de destino, y tal vez salga más económico buscar un vuelo de vuelta desde allí.
En realidad, la ruta 66 es a día de hoy muy difícil de seguir en su recorrido original, así que no estaría de más, conseguir una guía (la mejor parece ser Route 66: EZ66 Guide For Travelers) o consulta nuestro viaje que te ofrece además una descripción detallada. Si el camino es sólo una excusa (una buena idea) probad a desviaros unas cuantas millas a izquierda y derecha de vez en cuando.
Escrito por Víctor Zamorano Blanco
Foto: travel.kilro.no / OFERTA de viaje Ruta 66